"Aquel que pretenda educar con un grito siempre a la espera, con un látigo en las manos o un premio en el bolsillo, debe saber que está presentándose como un impotente, en tanto su palabra no es suficiente para representar la ley"

lunes, 30 de agosto de 2010

PREMIO Y CASTIGO: DOS CARAS DE LA MONEDA

Si buscamos una definición sencilla del concepto castigo encontramos que es: La práctica de imponer algo desagradable a una persona que ha hecho algo inconveniente; sin embargo, el término desagradable puede traer múltiples prácticas que maltratan tanto física como psicológicamente al niño; puede ser entonces desagradable un grito, una ridiculización, un golpe, un mordisco, etc.

La labor de control que muestra el castigo en la que se aplica causando dolor al culpable (infractor) en intensidades diferentes, consideran el volumen y la intensidad suficiente, para evitar la reincidencia en el individuo. “El castigo por esta vía, como instrumento de gobierno, posibilita prevenir infracciones en el individuo y en la población” (Ossa, 2010), borrando el anhelo (produciendo temor) para la realización de una falta, definida según las leyes, normas o imposiciones. La aplicación del castigo, permite contrarrestar excesos, reducir debilidades y amenazas.


Por su parte, el premio (del latín praemium) es cualquier artículo o compensación de otro tipo, como regalos o dinero, que se recibe por agradecimiento o reconocimiento al esfuerzo realizado. Entonces si el niño hace lo que debe hacer recibe una recompensa, y ¿Cuándo no la reciba que sucederá?

El castigo y el premio como las dos caras de la moneda se trasladan a diversos escenarios por su efectividad. “Las mencionadas prácticas son defendidas por el “beneficio” que ellas generan para modificar las conductas que ofenden o se demandan. (Ossa, 2010)


Pésimo sistema es también el de presentarles la ley del deber como dependiente de la sanción de las penas y de las recompensas, porque así se adultera y desnaturalizan las nociones del bien y del mal. Jamás se le debe hacer creer a un niño que una cosa es mala porque se castiga, o buena porque se recompensa, no: es preciso arraigar en su alma la convicción profunda de que las acciones […] se castigan porque el mal es acreedor a la pena; así como de que se recompensan las buenas porque el bien merece el premio. No […] altera más la moralidad y el carácter en su principio que el atribuir al cumplimiento de los deberes una intención venal y mercenaria. (Galvez, 1971, 311)



Bibliografía: GÁLVEZ, José de Jesús. El deber. En: La Escuela Normal. Bogotá. T. V No 143 (Sep. 27 1873). ARPE C 141 1971 RI. p. 311.

OSSA, Arley Fabio. Propuesta de Práctica Investigativa para el Programa de Pedagogía Infantil. Modos de Existencia del Castigo Y el Premio en la Educación de la Infancia en Colombia de 1925 a 1946. Medellín – Colombia. 2010

domingo, 29 de agosto de 2010

EL PREMIO Y EL CASTIGO: UNA SALIDA CUANDO SE PIERDE LA AUTORIDAD SIMBOLICA

La autoridad simbólica que representa un padre, una madre u otra persona no es una presencia física, es cuando su palabra es suficiente para representar la ley; es decir, “la palabra ha adquirido un imperativo de ley desde el afecto” (Gallo, 210), no se tiene que estar vigilado para ejercer su función de ley, de limitador, de norma. El otro lo reconoce como agente de ley.

Pero viene la pregunta por ¿cómo hacerlo? Quién representa autoridad debe responsabilizarse, conocer de si, sobre su propia infancia. Pues el adulto debe ser consiente que está marcado por su propia infancia y es indispensable tomar distancia de lo que fue su infancia y fijar una posición, la cual posibilite en el otro una formación que lo conduzca a la autonomía, a la reflexión a una posición ética.

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿Cuándo sabemos que la autoridad simbólica ha fallado?: cuando al dejar de ser el policía que esta amenazando con una simple mirada, cuando se da la espalda la autoridad desaparece y el otro hace lo que no haría con el vigilante en frente. La autoridad simbólica ha fallado cuando los actos o decisiones no se basan en la reflexión, cuando la ley se convierte en un dejar de hacer, pero sin saber por qué. La norma se convierte en una manera de prohibición sin una razón y tanto el que la cumple como el que no, no han alcanzado una responsabilidad.

Es entonces cuando entran en juego el premio y el castigo para hacerse obedecer, para tratar de controlar. El premio entendido por Gloria Luz Toro, como el instrumento amable, “es un regalo que se le hace al niño para que se ocupe de lo que hace parte de su responsabilidad”. Aunque los padres no estén conscientes de lo que ocasionan en el niño, esta forma de educación deja un mensaje dañino a los niños “es necesario la recompensa para cumplir la norma”, es una especie de chantaje a la que se acostumbra a las personas para toda la vida, y por la cual se encuentra una excusa para sus actos, creen que hacen un favor al cumplir con sus deberes. “Si el que premia pierde la constancia o no mejora cada vez su oferta, el premiado no solo perderá la motivación para continuar cosechando logros, considerará al otro como directo responsable de su posible recaída en la transgresión” (Gallo, 219) pues no le dió su recompensa que merece. Quién es generoso obsequiando premios es el culpable de la infracción, pues no satisface la demanda de quien espera un premio pos su acción.

Por otro lado, con el castigo se busca “generar aversión en el castigado en cuanto a posibles repeticiones de la falta sancionada”, la persona objeto de castigo esta en un proceso en el que va alimentando sentimientos perjudiciales hacia el castigador, también los despierta hacia la norma, puede buscar romperla solo para desafiar la severidad con que es sometido.



Bibliografia:

GALLO, Héctor. Usos y abusos del maltrato. Una perspectiva psicoanalítica.

TORO ANGEL, Gloria Luz ¿Cómo hacerse obedecer sin maltratar a los niños? (Documento de trabajo)

CASTIGO FISICO

Según Yolanda Puyana Villamizar en su texto “Cambio y reproducción del castigo y el maltrato en la familia” afirma que el castigo físico obedecía a que según las concepciones de los padres creían que sus hijos nacían malos y con tendencias perversas, y era por medio del castigo que ellos podían “enderezar” y corregir las acciones de sus hijos.
Esto nos muestra que desde muchas épocas atrás se ha conocido el castigo como un método para corregir faltas de los sujetos, en especial de los niños, pues el generar dolor según nuestros ancestros hace que los infantes reflexionen sobres sus fallas y piensen dos veces antes de cometer el mismo error.
El castigo físico también ha representado en los padres un instrumento para mostrar autoridad y dominio, pues por este medio lograban la intimidación a sus hijos y por ende alcanzaban “la disciplina”. El problema de este método es que sus hijos no interiorizaban las normas, sino que obedecían por miedo a las amenazas y al castigo mismo.
En la actualidad se han estudiado las principales consecuencias y perjuicios que causa el maltrato infantil, teniendo como principal daño el físico y psicológico lo cual incide en el normal desarrollo del niño perjudicando su ámbito social y afectivo, en tanto, se vuelven retraídos, tímidos y agresivos, pues se ha comprobado que los infantes que son maltratados probablemente serán maltratadores, debido a que empiezan a sentir resentimiento y rencor.
Lo anterior nos muestra la poca efectividad del castigo físico como medio para sancionar las faltas de los niños, ahora lo importante es encontrar ayudas y estrategias que nos permitan corregir acciones sin violentar la integridad y la dignidad de los derechos de los niños. Algunos autores hacen propuestas interesantes que permiten lograr ésto, uno de ellos es Piaget.

CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL

CONSECUENCIA DEL MALTRATO INFANTIL


Los golpes y maltratos físicos generalmente, en primer lugar producen daño físico, pero este castigo envía mensajes psicológicos destructivos para las víctimas, ejerciendo un impacto en áreas críticas del desarrollo infantil, con perjuicios presentes y futuros en lo social, emocional y cognitivo.

El carácter traumático del pánico, el terror, la impotencia, las frustraciones severas, acompañadas de dolor y del carácter impredecible del comportamiento del adulto agresor, constituyen secuelas psicológicas que se manifiestan de las formas siguientes:

a) Muy Pobre Autoestima

Al igual que los niños de familias carenciadas, los niños Maltratados se sienten incapaces, tienen sentimientos de inferioridad, lo que manifiesta en comportamientos de timidez y miedo, o por el contrario, con comportamientos hiperactividad tratando de llamar la atención de las personas que les rodean.

b) Síndromes de Ansiedad, Angustia y Depresión
Estos pueden manifestarse en trastornos del comportamiento, por angustia, miedo y ansiedad, o como estrés pos-traumático. A veces estos trastornos, pueden estar disfrazados por mecanismos de adaptación a la situación. Estos niños desconfían de los contactos físicos, particularmente de adultos, y se alteran cuando un adulto se acerca a otros niños, especialmente si lloran, presentan problemas de atención, concentración y tienen dificultad para comprender las instrucciones que se les imparten.

Estos niños desarrollan sentimientos de tristeza y desmotivación, pudiendo llegar a un estado anímico deprimido, comportarse autodestructivamente. Los niños maltratados físicamente, son más agresivos con otros niños y presentan altas tasas de conductas hostiles, como patear, gritar, son destructivos con desviaciones en la conducta prosocial.

c) Desorden de Identidad:

El niño golpeado llega puede tener una mala imagen de sí mismo, puede creer que es él la causa del descontrol de sus padres, lo que le llevará a autorepresentarse como una persona mala, inadecuada o peligrosa.

Tomado de:

Consecuencias del Maltrato Infantil. Copyright © 2002-2008 - Fundación "AMPARO". Revisado

Revisado:02 de Marzo del 2008. http://www.fundacionamparo.org.ar/Consec_maltrato.htm

PREMIO vs ESTIMULO

“El premio está del lado del chantaje


y el estimulo del lado del reconocimiento”


Toro Ángel Gloria Luz

Cuando hablamos de premio, hablamos de algo que gano por algo que debo hacer. Aquí proponemos entonces un estimulo, cuando se reconoce lo que hecho bien, no siempre con algo material. Puede ser un homenaje, un abrazo, una mirada un ¡TE FELICITO!

El premio es algo prefijado ya se que voy a obtener si hago lo que es mi responsabilidad. “Si ganas el año te doy una bicicleta” “Si te portas bien te traeré cositas”.

“Premiar deja un mensaje al niño, es necesaria la recompensa para cumplir las normas. El estimulo también deja un mensaje: cuando cumplo con mi deber, yo estoy feliz y observo el panorama, donde los que amo, también se alegra con mis triunfos”. (Toro Ángel Gloria Luz)

CASTIGO vs SANCIÓN

Si buscamos ayudar a formar en la autonomía, en la capacidad de hacerse responsable de lo que hacemos, de tomar decisiones, de actuar guiados por la ética, debemos pensar en que es lo que deseamos cuando castigamos a un niños. ¿Queremos que no vuelva hacer lo que no queremos que haga? ¿Deseamos que aprenda por qué esta mal hecho algo en particular?


Para pensar lo anterior, Piaget hizo una diferenciación importante entre sanciones por reciprocidad y por castigo, ya que en repetidas ocasiones se utilizan castigos que nada tienen que ver con la falta. ¿Qué tiene que ver el dulce que me prohíben comer por haber rayado la pared? Las sanciones por reciprocidad están directamente relacionadas con la acción que queremos sancionar y con el punto de vista del adulto, y tienen el efecto de motivar al niño a construir reglas de conducta a través de la coordinación de puntos de vista.


Piaget (1932, Capítulo 3) discutió seis tipos de sanciones por reciprocidad:

Exclusión temporal o permanente del grupo: Cuando el niño comete una falta, tendrá la opción de cambiar su comportamiento o deberá retirarse del lugar en el que se encuentra. Eje: interrumpe la película que están viendo, se le dice, o dejas ver la película o te vas tu cuarto a hacer tus cosas allí. Se le da la opción de que decida que hacer.

Consecuencia directa y material de la acción: Se le hace ver al niño cual es la consecuencia de sus actos. Si dañas tu juguetes no vas a tener con que jugar. Si dices mentiras nadie va a creer lo que dices.


Privar al niño del objeto del que ha abusado: Si el niño desea hacer uso de determinado objeto, tendrá que ganarse este derecho. Serán pues de vital importancia los compromisos que asuma para respetar los turnos, no maltratar el objeto o saber en que momentos puede o no puede utilizarlos.


Hacer al niño lo que el niño ha hecho a los demás: En ocasiones hacemos algo a otra persona porque no nos ponemos en su lugar, hacerle al niño lo mismo que ha hecho puede llevarlo a conocer el punto de vista del otro. Eje: si no me prestas atención, cuando me hables tampoco lo hare.

Indemnización: El niño debe reparar el daño que ha ocasionado. Por ejemplo, si un niño pequeño derrama pintura en el piso, la reacción apropiada puede ser decirle "¿te gustaría ayudarme a limpiarlo?".

Una simple expresión de desagrado o desaprobación: Una simple expresión de desagrado, una mirada o un gesto puede ser más efectiva que un castigo. Si un niño quiebra un plato, por ejemplo, generalmente se siente mal y una simple expresión en dicha situación lo conducirá a ser más cuidadoso en el futuro que cualquier castigo.

Piaget indicó que todas las sanciones precedentes pueden degenerar rápidamente en castigos, si no existe una relación de afecto y de respeto mutuo entre el niño y el adulto. El respeto mutuo es, por cierto, esencial para el desarrollo de la autonomía del niño. Es probable que el niño que se siente respetado por su forma de pensar y sentir, respeta la forma en que piensa y siente el adulto.


Basado en el texto de Constance Kamii.

KAMII, Constance. La Autonomia como finalidad de la educación. Implicaciones de la teoría de Piaget. Universidad de Illinois. Circulo de Chicago EN: http://www.fundacies.org/articulo000.php

CORRECCIÓN Y DISCIPLINA SIN AGRESIÓN.